Argentina en el Consejo de Seguridad: un nuevo país acorde al desafío
Por Jorge Argüello Embajador
Un gobierno puede ver desafiada su gestión diplomática de muchas maneras y por muchas razones, pero el tiempo de las palabras se termina ante decisiones políticas terminantes como las de toda América Latina y el Caribe, que han elegido por unanimidad ser representada por Argentina en el Consejo de Seguridad de la ONU, para el período 2013-14.
El reconocimiento político es doble cuando, como en el caso de nuestro gobierno, lleva años levantando la bandera de reformas en las Naciones Unidas y, en particular, del Consejo de Seguridad, donde la amenaza del poder de veto de cinco potencias frenan la posibilidad de una auténtica democratización del organismo.
De hecho, en América Latina no todos pensamos la democratización de la ONU de la misma manera. Ni siquiera estamos todos de acuerdo en la necesidad de eliminar la categoría de miembro permanente que cuestiona Argentina y que le ha permitido a Gran Bretaña ser parte y -potencialmente- juez frente a los innumerables reclamos de negociar sobre Malvinas de parte de la ONU.
Nuestro país tiene una posición histórica, desde 1945, a favor de la eliminación de la categoría de miembro permanente y la supresión del “privilegio del veto”. Sin embargo, resulta claro que, aún en este estratégico debate, que toca la fibra íntima de algunos de los países de la región, Argentina -a través de nuestro gobierno- es plenamente confiable para representar a todos. Y no es una casualidad.
Nuestro país llega a este lugar de privilegio, y honra, después de haber tenido, en particular a través de su cofundador, el ex presidente Néstor Kirchner, un rol protagónico en la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), el organismo que amalgamó las posiciones políticas de nuestra región durante los últimos años como no había ocurrido nunca antes.
Durante 2011, fruto de un reconocimiento internacional aún más amplio, Argentina fue elegida para presidir el Grupo de los 77 (G77) y China, el bloque mayoritario de países en la ONU, que agrupa a las 132 naciones en desarrollo y que, agrupadas en un mismo bloque, esgrimen posiciones comunes en debates centrales, sobre paz, seguridad, desarrollo, derechos humanos, reforma financiera, comercio justo y democratización de los organismos multilaterales.
Este endoso unánime de América Latina y el Caribe a la postulación argentina para el Consejo de Seguridad tiene valores políticos agregados. Por un lado, la región reconoce una vez más la política de Derechos Humanos del Estado argentino pero aspira a instalarla ahora nada menos que en el corazón mismo del máximo organismo mundial encargado de velar por la paz y la seguridad.
Con nuestra política de DD.HH., mundialmente valorada, nos preparamos para hacer un aporte en el ámbito más exclusivo de la política mundial. Por otro, el gesto latinoamericano acompaña la creciente solidaridad internacional con Argentina en la Cuestión Malvinas. Y como se sabe, cuanto mayor protagonismo internacional de Argentina, mayor visibilidad para la Cuestión Malvinas.
Este nuevo paso de Argentina en el concierto internacional es el fruto de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, una Presidenta que nunca dejó de asistir a la Asamblea General de la ONU y que ha insistido sin descanso en que el ámbito mayor de la diplomacia mundial no sea ignorado y logre poner en marcha la postergada negociación de la soberanía de las Malvinas.
Me tocó, como representante de la Argentina ante la ONU, presentar la postulación que ahora se hace realidad e iniciar el camino fijado por la Cancillería argentina hacia el objetivo de esta etapa: lograr el mayor respaldo posible de la región. Hemos cumplido satisfactoriamente el mandato de nuestro gobierno.
Héctor Larrea suele decir que, al entrar a la radio, se queda con la foto de ese momento. Si a esa hora está soleado, durante las muchas horas que pase en el estudio, para él, seguirá siendo un día soleado, aunque afuera llueva. De la misma manera, algunos argentinos negadores de todo (aún de lo bueno) siguen aferrados a la foto del 2001, la foto del aislamiento internacional y de la zozobra. Y lo proclaman en los medios de comunicación como si, por fuerza de repetición, la realidad fuera a volver atrás.
Pero, afortunadamente, nada más real que un conjunto de gobiernos postulando a otro para representarlos en el organismo máximo de la diplomacia mundial, y nada, nada más real, que integrar el cuerpo encargado de administrar la paz y la seguridad del planeta.
Este artículo fue publicado en el diario el Cronista Comercial