Warmongering won’t settle this old dispute/Actitudes Belicistas no resolverán esta vieja disputa
By Alicia Castro
After more than three years without an Argentine Ambassador to the United Kingdom, I have just taken up that responsibility. My government is keen to seize this moment to rebuild and strengthen bilateral relations. My extensive experience, first in the trade union movement, then in parliament and as a diplomat has made me a strong advocate of dialogue and positive negotiations. I am, however, facing a campaign that “celebrates” a war that took place 30 years ago and warmongering, disrespectful and aggressive language that obstructs dialogue.
The sovereignty dispute between Argentina and the UK is 179 years old. It dates from the time that Great Britain – in much the same way it invaded Buenos Aires in 1806 and 1807 without success – invaded and took the Malvinas Islands by force in 1833. Until then, the islands had been ruled by 32 Spanish governors and, after our independence, were effectively administered by Argentina. Who is interested in prolonging this conflict today?
Since 1965 the United Nations has recognised the existence of a special colonial situation in the Malvinas Islands, and the dispute between Argentina and the UK concerning their sovereignty. It has urged both countries to negotiate to find a peaceful and permanent solution.
The principle of self-determination does not apply to this special situation, because Britain expelled the Argentine authorities and population from the islands, implanted its own population and has strictly controlled the demographics of the islands through its immigration policy. No UN resolution related to the “Malvinas/Falklands Question” has ever referred to self-determination. It is a special case that involves a colonial territory, not a colonised population. We are not willing to take away the Britishness and the way of life of the 3,000 inhabitants of the islands. We are claiming sovereignty to a territory that belonged to Spain and then to Argentina as its legitimate successor, in accordance with the principle of succession of states in international law.
Between 1965 and 1982, the UK and Argentina held negotiations regarding sovereignty that contemplated several options, such as leaseback and joint administration. We agreed on some practical measures such as economic and transport links that made significant improvement to the islanders’ lives. Argentina built the airfield in the Malvinas Islands and a state-owned airline provided regular services between the islands and the Argentine mainland; scholarships were granted to those who wished to study on the mainland and Argentine teachers were assigned to the islands to teach Spanish; the inhabitants of the islands also had free health care at the British Hospital in Buenos Aires.
(Fuente: The Telegraph)
Por Alicia Castro
Después de más de tres años sin Embajador argentino ante el Reino Unido, he llegado a hacerme cargo de nuestra misión. Mi gobierno ve este momento como una oportunidad de reconstruir y profundizar la relación bilateral. Vengo de una larga experiencia sindical, parlamentaria y diplomática que me orienta al dialogo y a las negociaciones positivas. Me encuentro, sin embargo, frente a una campaña celebratoria de una guerra ocurrida hace treinta años, y a un lenguaje belicista, irrespetuoso y agresivo que obstaculiza el dialogo.
El conflicto de soberanía entre Argentina y el Reino Unido ha cumplido 179 anos, desde que Inglaterra –así como antes ocupó Buenos Aires en 1806 y 1807 sin triunfar en su objetivo- invadió y tomó por un acto de fuerza también a las islas Malvinas en 1833. Hasta entonces, las islas habían tenido 32 gobernadores españoles y, luego de nuestra independencia, quedaron bajo administración argentina efectiva. ¿A quién le interesa hoy prolongar este conflicto?
Desde 1965 las Naciones Unidas reconocieron la existencia de un caso colonial especial en las islas Malvinas, que constituye una disputa de soberanía entre Argentina y el Reino Unido, e instaron a las partes a negociar para encontrar una solución pacífica y permanente a la controversia.
El principio de auto-determinación no se aplica a esta situación especial, porque Gran Bretaña expulsó a las autoridades argentinas y a la población de las islas, implantó su propia población y ha controlado estrictamente la demografía de las islas a través de su política de inmigración. Ninguna resolución de las Naciones Unidas relacionada con la “Cuestión de las Islas Malvinas/Falklands” se ha referido nunca a la auto-determinación. Es un caso especial que involucra a un territorio colonial, no una población colonizada. No deseamos quitarles la condición de británicos ni su estilo de vida a los 3000 habitantes de las islas. Estamos reclamando la soberanía sobre un territorio que perteneció a España y luego a Argentina como sucesor legítimo, de acuerdo con el principio de sucesión de los Estados en el derecho internacional.
Entre los años 1965 y 1982 el Reino Unido y Argentina mantuvieron negociaciones en lo referente a la soberanía, que contempló varias opciones, tales como retroarriendo (“leaseback”) y administración conjunta, y acordamos medidas prácticas estableciendo vínculos económicos y de transporte, que permitieron una mejora significativa en la vida de los isleños. Argentina construyó la pista de aterrizaje en las Islas Malvinas, una aerolínea de propiedad estatal proveyó servicios regulares entre las Islas y el territorio continental argentino, otorgó becas a aquellos que deseaban estudiar en el continente y profesores argentinos fueron enviados a las islas para enseñar Castellano; los habitantes de las islas asimismo obtuvieron asistencia médica gratuita en el Hospital Británico en Buenos Aires.
Después de la guerra de 1982, las Naciones Unidas continuaron exhortando a las dos partes a negociar.
Nadie tiene que recordarnos a los argentinos cuan estúpida y cruel fue esa guerra. La junta que de facto gobernó a la Argentina -que torturó y asesinó a miles de argentinos para imponer un modelo económico de ajuste y miseria- pretendió sin éxito utilizar la guerra para mejorar su imagen y mantenerse en el poder.
Al ignorar los reiterados llamados de las Naciones Unidas, la OEA, el Mercosur, la Unasur, la CELAC, las Cumbres Iberoamericanas, America del Sur- Países Árabes y America del Sur -África, el Grupo de los 77 más China, y los Premios Nobel de la Paz, el Reino Unido muestra su desapego a las normas internacionales de resolución de conflictos, uno de los principios fundamentales del derecho internacional. Al no proponer ningún medio para resolver esta disputa, Gran Bretaña está adoptando una posición que no es solamente hostil, sino también ilegal.
Recientemente, la situación de ha deteriorado aún más con la militarización del Atlántico Sur por parte del Reino Unido, su otorgamiento unilateral de licencias de pesca por períodos de 25 años y la exploración de hidrocarburos en la plataforma continental argentina.
> Como dice nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner “Malvinas es una causa nacional, una causa regional y global”. Al negarse a negociar con Argentina, el Reino Unido le da la espalda a América Latina en su conjunto. No habrá forma de revitalizar la relación con nuestra región sin resolver la cuestión Malvinas, el anacrónico enclave colonial que subsiste al sur de nuestro continente.
Nuestra región y el mundo apoyan los esfuerzos de Argentina por entablar un diálogo constructivo, que tenga en cuenta y respete los intereses de los isleños y su estilo de vida. Queremos dejar atrás las políticas que caracterizaron al siglo XIX, el orden colonial que permitía el uso de la fuerza, el sometimiento del más débil y la apropiación de recursos ajenos. Proponemos en cambio llevar adelante una política del siglo XXI, construir un orden mundial multipolar que promueva la paz, el respeto, la democracia, la soberanía y el desarrollo sustentable con equidad.
El Reino Unido y la República Argentina tienen la oportunidad de dar un ejemplo al mundo resolviendo este conflicto por la vía pacífica y diplomática. Tenemos, por sobre todo, la responsabilidad de no dejar este conflicto sin resolver a las próximas generaciones.
Alicia Castro
Embajadora Argentina ante el Reino Unido
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