Jueves 20 de Junio de 2013
Señor Presidente:
Vengo ante este Comité en ocasión del tratamiento de la Cuestión de las Islas Malvinas a expresar el sincero reconocimiento de la República Argentina a la atención que este prestigioso órgano de las Naciones Unidas ha prestado -y continúa prestando bajo su eficiente Presidencia – a la Cuestión que afecta a una parte importante del territorio de mi país. Vengo a exhortar una vez más al Reino Unido a cumplir con la obligación que le impone el derecho internacional y a referirme a un nuevo intento británico de manipular una realidad que desde hace varias décadas las Naciones Unidas han definido como una ¨situación especial y particular de colonialismo.¨
Sr. Presidente:
Hace 180 años, se inició un conflicto colonial que aún permanece irresuelto. Una fuerza naval británica expulsó, el 3 de enero de 1833, a las legítimas autoridades y a la población argentina de las Islas Malvinas.
Constituyó un acto de agresión injustificado del Imperio británico a una naciente República latinoamericana, con la cual mantenía pacíficas relaciones diplomáticas desde 1825. Fue un artero golpe de mano militar en el marco de la política expansionista desarrollada por el Reino Unido en América Latina y el Caribe, África y Asia, que quebrantó la unidad territorial de la República Argentina. Un resabio colonial que persiste, increíblemente, en pleno siglo XXI, en el extremo sur del continente americano y a 14.000 km del Reino Unido.
Un hecho que debió necesariamente basarse en la fuerza de las armas como único modo de compensar la total ausencia de títulos soberanos de la cual el Reino Unido siempre fue consciente. Por citar sólo un ejemplo, recuérdese que en 1829 nada menos que el Duque de Wellington, Primer Ministro británico, en una carta dirigida a Sir George Murray (funcionario del Foreign Office) expresó: “he revisado todos los papeles relativos a las Malvinas. No está claro para mí que alguna vez hayamos poseído la soberanía de dichas islas. El Acuerdo no va más lejos que restablecer Port Egmont (sic) para nosotros, el cual abandonamos casi sesenta años atrás”[1].
La Argentina conquistó su independencia con las Malvinas como parte de su territorio. Alcanza con mencionar que el Gran Libertador, el General José de San Martín, ya en 1816 (17 años antes de la invasión del Imperio británico) escribió a las autoridades nacionales pidiéndole que le enviaran refuerzos desde las Islas Malvinas para el Ejército que preparaba con el objetivo de contribuir a liberar a los pueblos hermanos de las actuales Repúblicas de Chile y Perú.
Sr. Presidente:
Ya se ha cumplido medio siglo de la “Declaración sobre la Concesión de la Independencia a los Países y Pueblos Coloniales” – Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas –que guió el proceso de descolonización, una de las páginas más brillantes de la humanidad en el siglo pasado. Sin embargo, aún permanecen sin resolver 17 casos de colonialismo, entre ellos la Cuestión Malvinas, pese a que la resolución 1514 (XV) proclamara “la necesidad de poner fin rápida e incondicionalmente al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones”. Resolución, cabe recordar, en la que se abstuvo el Reino Unido.
En el marco del proceso de descolonización, hace ya 48 años, la Asamblea General de la Naciones Unidas aplicó, mediante la Resolución 2065 (XX), la citada declaración al caso concreto de Malvinas, definiendo el conflicto como una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido y reiterando el compromiso de terminar con el colonialismo en todas sus formas. Asimismo, invitó a ambos Gobiernos a negociar una solución pacífica, teniendo en cuenta las disposiciones y objetivos de la Carta de las Naciones Unidas, la Resolución 1514 (XV) y los intereses de los habitantes de las Islas. Obligación reiterada en 39 Resoluciones subsiguientes de la Asamblea General y de este Comité. Son así 40 las resoluciones aún pendientes de cumplimiento.
La negativa británica a negociar no sólo desoye las citadas exhortaciones de la comunidad internacional, sino que también incumple la obligación de resolver pacíficamente las disputas internacionales que pesa sobre todos los miembros de esta organización. La condición del Reino Unido de Miembro Permanente del Consejo de Seguridad no lo exime de sus obligaciones internacionales, más aún, tal asiento – y los privilegios que conlleva – le demanda una responsabilidad especial en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, responsabilidad de la que deserta al rehusar el diálogo con mi país.
Negarse al diálogo – invocando falazmente el principio de libre determinación – encubre una desproporcionada e injustificada presencia militar británica en el Atlántico Sur, así como la ilegítima apropiación de recursos naturales renovables y no renovables, en abierta oposición a lo dispuesto por la Resolución 31/49 de la Asamblea General de la Naciones Unidas que insta a las Partes a evitar modificaciones unilaterales en el área en disputa. Cuestiones éstas que generan una creciente preocupación de la comunidad internacional.
A pesar del tiempo transcurrido y de las innumerables invitaciones al diálogo de la República Argentina, el Reino Unido se niega a reanudar las negociaciones de soberanía. Negociaciones que – en cumplimiento de la Resolución 2065 (XX) – desde 1966 y durante 17 años, llevaron a que las dos Partes consideraran diferentes alternativas para resolver la disputa. Londres no dudó en ese entonces en negociar la cuestión de fondo con la Argentina, inclusive con las sangrientas dictaduras que sufrimos los argentinos. Resulta, por lo tanto, incomprensible su negativa a volver a la mesa de negociaciones con sucesivos Gobiernos democráticos. La Argentina está dispuesta al diálogo, que quede claro, pero en los mismos términos en que dicho diálogo bilateral tuvo lugar en el pasado y al que el Reino Unido accedió, desde 1966, en cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas sobre la Cuestión Malvinas.
Sr Presidente:
La Argentina no está sola en su reclamo. Multiplicidad de foros alzaron su voz en apoyo a la Argentina con la aprobación unánime de sus miembros.
Así ha sido el caso de la OEA, como primera organización hemisférica en apoyar a mi país, y que se pronunciara nuevamente, el pasado 6 de junio. También es el caso de la CELAC desde su creación. Este organismo, que privilegia como ningún otro los intereses comunes de América Latina y el Caribe, ha asumido como una causa propia el respaldo a los legítimos derechos de la Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Ya antes hicieron lo propio la UNASUR y el MERCOSUR, quienes, congruentes con la interpretación de que las islas están ocupadas ilegalmente, han adoptado medidas concretas para contrarrestar la exploración y explotación contraria a derecho de los recursos naturales del Atlántico Sur que pertenecen a la Argentina.
Como otra muestra destacable de solidaridad regional, en marzo pasado los Cancilleres de Cuba y Uruguay y el Vicecanciller del Perú, en representación de las Presidencias Pro Témpore de la CELAC, MERCOSUR y UNASUR, respectivamente, le expresaron a usted en su carácter de Presidente del Comité Especial de Descolonización, así como a los distinguidos Representantes de los Estados que integran este cuerpo y al Secretario General de las Naciones Unidas, el sólido respaldo a nuestros derechos soberanos.
Mi país recibió también el invalorable apoyo de las naciones africanas, quienes se sumaron a las de América del Sur en el histórico reconocimiento a los derechos soberanos argentinos mediante la Declaración de Malabo adoptada en febrero de 2013. También lo hicieron recientemente en Montevideo, en enero de 2013, aquellos países africanos con quienes compartimos las costas del Atlántico Sur en nuestro proyecto común de consolidar una Zona de Paz y Cooperación en ese espacio que nos une y nos identifica. En el mismo sentido, la III Cumbre de América del Sur y Países Árabes (ASPA) de 2012 emitió la Declaración de Lima en la cual apela al Reino Unido a reiniciar las negociaciones de soberanía con la Argentina, rechazando, además, la exploración y explotación hidrocarburífera unilateral que realiza Gran Bretaña en las aguas que rodean a las Malvinas.
Hoy queda en evidencia que el anacrónico conflicto colonial y la obstinación en rehusar el llamado al diálogo irrita a cada vez más países que se manifiestan en diferentes foros internacionales, y que la usurpación de los territorios no solamente ofende a la Argentina sino a toda la región, pues reconoce la causa como propia.
América, África y Asia, cuyos Estados se han despojado del colonialismo, son los principales aliados de la Argentina en la disputa con el Reino Unido. Hago explícito el orgullo de los argentinos de contar con el respaldo unánime de los heroicos pueblos de América, Asia, y África, verdaderos artífices de las luchas victoriosas contra el colonialismo y a favor de la libre determinación.
Sr. Presidente:
Ante esta situación, la parte británica se encuentra sin excusas para continuar evadiendo el diálogo, y por ello, recurrió a un nuevo intento de manipulación de la Cuestión Malvinas, al pretender transformar al ocupante colonial en víctima y al país cercenado de parte de su territorio en el victimario. Ello mediante la organización de una consulta en las islas con resultado cantado.
El 10 y 11 de marzo pasados aproximadamente unos 1500 ciudadanos británicos residentes en Malvinas votaron a favor de la continuidad de la situación colonial. Sus organizadores lo han llamado “referéndum de libre determinación”. Se trata en realidad de una encuesta organizada por el gobierno británico para que un puñado de ciudadanos británicos afirme que quiere que el territorio que fue ocupado militarmente sea reconocido por el mundo como británico. Las Naciones Unidas no convocaron ni aprobaron la iniciativa. Ningún país del mundo envió representantes oficiales como “observadores” pese a los ingentes esfuerzos de la diplomacia británica.
Lo que resulta paradójico es que para legitimar esta estrategia antijurídica el Reino Unido invoca la libre determinación de los pueblos. Sin embargo, este principio tan respetado por la Argentina, que ha permitido la liberación de más de 80 antiguas colonias, muchas de ellas británicas, en África, Asia, el Caribe y Oceanía, con más de 750 millones de personas, no debe ni puede ser manipulado para consagrar la perpetuación de una situación concebida e ideada por una potencia colonial.
Al mismo tiempo, el derecho a la libre determinación de los pueblos no es un derecho reconocido a cualquier comunidad humana establecida sobre un territorio, sino únicamente a los “pueblos”, y no se aplica en detrimento de la unidad política e integridad territorial de un Estado.
Ni la Resolución 2065 (XX), que define la Cuestión Malvinas en el marco de las Naciones Unidas, ni ninguna de las 39 Resoluciones siguientes de su Asamblea General o su Comité de Descolonización se han referido jamás al principio de libre determinación. La Asamblea General de las Naciones Unidas expresamente rechazó, en dos oportunidades en 1985, propuestas británicas para incorporar el principio de libre determinación en el proyecto de resolución sobre la Cuestión de las Islas Malvinas. Permítame repetirlo, las Naciones Unidas hace casi medio siglo que definen a la Cuestión Malvinas como una violación a la integridad territorial de mi país. Y siempre han reafirmado que la libre determinación no resulta aplicable al no existir en la Cuestión Malvinas un “pueblo” colonial sujeto a la subyugación, dominación y explotación extranjera. Es esta especificidad la que ha llevado a este mismo Comité a calificar a la Cuestión como una situación colonial “especial y particular” frente al resto de los casos clásicos de descolonización porque involucra una disputa de soberanía entre dos Estados Miembros, insistiendo en su proceder en la aplicación del enfoque “caso por caso” y la necesaria conformidad con las resoluciones “pertinentes” de las Naciones Unidas como modo de atender la especificidad de la Cuestión Malvinas.
Sr. Presidente:
Cuando el Reino Unido ocupó las islas en 1833, expulsó de ellas a la población y autoridades argentinas que se encontraban ejerciendo soberanía. Procedió luego a implantar a sus propios colonos y a controlar férreamente la política migratoria. Es en Londres donde se decide hasta el día de hoy la composición poblacional del territorio. Se trata de una reducida población cuya demografía no crece naturalmente, sino que es dependiente de las necesidades económicas y administrativas del “gobierno” de la Corona en las islas.
Sólo los residentes en las islas pueden adquirir tierras. Quienes no lo son deben solicitar un permiso al ilegítimo “gobernador” británico en las islas para poder hacerlo.
Sr. Presidente:
En realidad, el apego británico a la libre determinación de los pueblos tuvo hace pocas semanas una muestra de su verdadero alcance, cuando en la Asamblea General de las Naciones Unidas el Reino Unido se negó a apoyar al pueblo polinesio en su intento, finalmente aprobado por consenso, de reinscribir el caso de la Polinesia Francesa en la lista de territorios no autónomos que considera el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas.
Tampoco tuvo importancia para el Reino Unido la libre determinación para el caso del archipiélago de Chagos, de donde desarraigó forzosamente a sus miles de habitantes nativos, privándolos, desde 1967 al día de hoy, de su derecho a retornar a sus tierras. Ello, luego de haber quebrantado la integridad territorial de Mauricio contrariando lo estipulado en la resolución 2066 (XX). El Tribunal Superior de Londres avaló recientemente la creación por parte del Gobierno británico de una reserva marina en el área con la intención de privar a los chagosianos de su único medio de vida posible y hacer así imposible su regreso. Una impúdica maniobra consistente en usar el cuidado del medio ambiente contra el derecho a la libre determinación del pueblo chagosiano. Resulta revelador que quien implementó tal maquiavélica estrategia – el entonces Director de Territorios de Ultramar del Foreign Office, Collin Roberts – ha sido designado por Londres como próximo ilegítimo “gobernador” de las Islas Malvinas, cargo que asumirá en 2014.
En el caso de Gibraltar, el Reino Unido también impulsó un referéndum sin el aval de las Naciones Unidas en 1967, sin obtener ninguna modificación en el estatus de dicho territorio. Además, la Asamblea General rechazó la celebración de dicho referéndum por la potencia administradora, instándola a la continuación de las negociaciones con España relativas a la descolonización del territorio, teniendo en cuenta los intereses de la población. Años más tarde, en 2002, el entonces canciller británico Jack Straw no tuvo reparos en condenar un referéndum organizado por los colonos de Gibraltar sin la bendición de Londres, porque ello entorpecía las negociaciones que se realizaban en Madrid entre los Reinos de España y Gran Bretaña. El canciller británico calificó aquel referéndum como una iniciativa excéntrica.
Como se puede apreciar, Londres arma y desarma consultas de acuerdo a sus circunstancias estratégicas.
Todos también recordamos que el Gobierno británico no consultó a los habitantes de Hong Kong cuando restituyó dicho territorio a su legítimo titular, la República Popular China. Tampoco tomó en cuenta la voluntad de las autoridades democráticamente electas por el pueblo de las Islas Turcas y Caicos, en 2009, cuando suspendió la administración local del gobierno para transferirla al “gobernador” de la Corona residente en el territorio, haciendo uso de los poderes que le confiere la administración “moderna” colonial.
En abierta contraposición, la República Argentina ha apoyado a todos y cada uno de los pueblos que recurrieron a las Naciones Unidas para expresar sus derechos frente a las potencias coloniales. Como país que consiguió su independencia liberándose de un poder colonial, la Argentina es una firme defensora del derecho de libre determinación de los pueblos en todos aquellos casos en que tal derecho resulte aplicable. Todos los pueblos que se emanciparon reconocen a los argentinos por su permanente solidaridad con sus luchas contra las potencias coloniales. Desde la histórica Revolución libertaria de Haití hasta la gesta de los pueblos africanos nadie puede dudar dónde han estado la Argentina y el Reino Unido en los conflictos contra el colonialismo y a favor de la libre determinación.
Vale la pena analizar cómo votaron la República Argentina y el Reino Unido en cuestiones de colonialismo y libre determinación. Con relación a los 15 Territorios actualmente bajo análisis de este Comité, excluyendo a Gibraltar y Malvinas, el Reino Unido no apoyó el 88% de las resoluciones adoptadas. En forma contrapuesta, la Argentina apoyó el 81% de esas resoluciones.
Si analizamos estas resoluciones, con relación a los 8 casos en donde el Reino Unido es la potencia colonial, nuevamente excluyendo a Gibraltar y Malvinas, el Reino Unido no apoyó el 90% de las dichas resoluciones mientras Argentina apoyó el 80% de ellas.
Y ahora el Reino Unido pretende engañar al mundo erigiéndose en el campeón de la libre determinación. Pobre libre determinación con defensores como el Reino Unido.
Más aún, El Reino Unido tampoco apoyó la creación en 1961 del Comité de Descolonización.
Otro dato interesante es ver la posición del Reino Unido en relación con los ex territorios coloniales británicos que, hoy países independientes, forman parte de este honorable Comité. Mientras el Reino Unido no apoyó ninguna resolución adoptada por la Asamblea General en base a las recomendaciones del Comité de Descolonización sobre estos asuntos, la Argentina jamás votó en contra.
No creo que hagan falta más datos para demoler la pretensión británica de hablar en nombre de la libre determinación de los pueblos.
Sr. Presidente:
Sin argumentos, la diplomacia británica diseñó una estrategia que consiste en que fuesen los propios isleños quienes justifiquen la ocupación. Conscientes de esta maniobra política, los países de la región rechazaron la celebración de esa ilegítima consulta a través de contundentes declaraciones. MERCOSUR, UNASUR y ALBA señalaron que esta maniobra no altera la esencia de la Cuestión Malvinas y que su resultado no pone fin a la disputa de soberanía.
Señor Presidente:
El Gobierno del Reino Unido no habla de la disputa de soberanía con la Argentina; no va a hablar ante este Comité de Descolonización; como tampoco colabora con el Secretario General en la gestión de buenos oficios encomendada por la Asamblea General. Sin embargo, su silencio y su ausencia ponen en evidencia ante la comunidad internacional su negativa a acatar las resoluciones de las Naciones Unidas, escudándose en una alegada voluntad de la población que implantó artificialmente en territorio argentino. La ausencia de la potencia colonial reafirma el desprecio imperial y su falta de respeto por el mandato de este Comité, cuya existencia cuestiona y con el cual ha decidido no colaborar oficialmente desde hace casi 30 años a pesar de ser potencia llamada “administradora” de 10 de los 17 territorios que éste considera.
Señor Presidente:
En esta ocasión, pido a este Comité que, en el marco de su firme apoyo a la misión de buenos oficios del Secretario General, le solicite que contacte al Reino Unido para instarlo a que preste la debida cooperación y se involucre en dicha misión de buenos oficios dirigida a ayudar a las partes a cumplir lo solicitado por la Asamblea General en sus resoluciones sobre la Cuestión Malvinas.
También aprovecho la ocasión para solicitar al Sr. Presidente que me informe si se encuentra presente en la sala el Representante del Reino Unido para manifestarle, con todos ustedes como testigos, mi disposición a reanudar el diálogo hoy mismo.
Sr. Presidente:
Lamento profundamente que mi colega, el canciller del Reino Unido, siempre tan dispuesto a acudir a las Naciones Unidas para exigir el respaldo a políticas intervencionistas no tenga la misma disposición a concurrir a este Comité que busca el fin del colonialismo.
La Argentina valora muy especialmente la noble labor que realiza este Comité Especial, con el cual coopera activamente. La histórica participación en 2012 de la Presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, fue la primera efectuada por un Jefe de Estado a este foro y es una muestra contundente de la importancia que asignamos a la labor que desarrolla contra el flagelo del colonialismo.
Sr. Presidente:
Es necesario no perder de vista dos cuestiones:
1. El Reino Unido es una potencia colonial. La Argentina es una democracia moderna, respetuosa de los derechos humanos y que hoy está aquí representada por la delegación que me acompaña, integrada por hombres y mujeres, Gobernadores y Legisladores de las más diversas expresiones políticas de mi país. Una democracia que alberga, en la Argentina continental, a una vibrante comunidad británica, la más grande y antigua de toda América Latina, cuyos derechos, tradiciones y modo de vida siempre han sido respetados y garantizados y forman parte activa de la sociedad argentina. Muchos de ellos no dudaron en acudir a defender a la patria de sus ancestros en la hora más difícil del Reino Unido, cuando luchó contra el fascismo y el nazismo. Quienes sobrevivieron a tan heroica lucha volvieron a vivir a la Argentina pues es ahí donde decidieron construir, junto al resto de los argentinos, su futuro.
2. Cuando nos referimos a la Cuestión Malvinas hablamos de integridad territorial y no de libre determinación. Una controversia de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido que abarca más de tres millones de kilómetros cuadrados entre territorio y espacios marítimos en disputa, doce veces la superficie del Reino Unido, y la mayor parte del cual no está habitado. Como pueden apreciar los miembros de este Comité no se trata de un pequeño territorio. Gran Bretaña ocupa las Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes por su valor estratégico y por la apropiación ilegítima de sus recursos naturales. Esos motivos y no otros son las verdaderas razones de la presencia militar británica en el Atlántico Sur.
Sr. Presidente:
La disputa de soberanía respecto de la las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes no es solamente una controversia bilateral entre la Argentina y el Reino Unido, sino también es una causa regional y global.
Estamos seguros de que el llamado a la solución pacífica de la controversia de soberanía algún día será escuchado, que algún día el territorio colonizado dejará de ser un enclave militarizado de una potencia extra regional en el extremo sur de América y no se despacharán desde las bases británicas submarinos nucleares al Atlántico Sur.
Sr. Presidente:
Mi país ya está sentado a la mesa del diálogo. Las Naciones Unidas llevan casi medio siglo reclamando la resolución pacífica de la controversia. Los pueblos de América Latina y el Caribe, África y Asia ya se han expresado en múltiples instancias. Dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, la República Popular China y la Federación Rusa volverán a expresarse hoy en este Comité. La Asamblea General de las Naciones Unidas ya le ha pedido al Secretario General que renueve su misión de buenos oficios entre los gobiernos de Argentina y el Reino Unido. Lamentablemente, el fin de la controversia está secuestrado en Londres.
Sr. Presidente:
La Argentina reitera su solemne compromiso de resolver la Cuestión que hoy tratamos por medio del diálogo entre dos gobiernos democráticos y respetando el mandato de las resoluciones de Naciones Unidas.
Deseo finalizar expresando las instrucciones que he recibido de la Presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner de volver a ofrecer reanudar dicho diálogo hoy mismo con el Canciller William Hague sin precondiciones y sin exigencias.
Sr Presidente:
Que el Gobierno del Reino Unido asuma ante este Comité, ante las Naciones Unidas y ante los pueblos del mundo la responsabilidad de sus acciones y de sus silencios.
Muchas gracias.
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