Transacción entre los reyes de España e Inglaterra con motivo de ciertos actos hostiles acaecidos en las Islas Malvinas firmada en Londres el 22 de enero de 1771 (1).
Declaración por parte de España.
Habiéndose quejado su Majestad británica de la violencia cometida el 10 de junio de 1770 en la isla llamada comúnmente la Gran Malvina y por los ingleses Isla de Falckland, obligando a la fuerza al comandante y súbditos de su Majestad británica a evacuar el que ellos denominan Puerto Egmont, paso ofensivo al honor de su corona; el príncipe de Maserano, embajador extraordinario de su Majestad católica tiene orden de declarar y declara, que su Majestad católica en consideración al amor que tiene a la paz y a que continúe la buena armonía con su Majestad británica, y reflexionando que aquel suceso pudiera interrumpirla, ha visto con desagrado dicha empresa capaz a turbarla; y en la persuasión en que su Majestad se halla de la reciprocidad de sentimientos de su Majestad británica y de cuán lejos se halla de autorizar cosa alguna que pudiese turbar la buena inteligencia entre ambas cortes, su Majestad católica reprueba la sobredicha violenta empresa: y por lo tanto, el príncipe de Maserano declara, que su dicha Majestad católica se obliga a dar orden inmediatamente que se repongan las cosas en la Gran Malvina y Puerto de Egmont en el mismo estado que se hallaban antes del 10 de junio de 1770; a cuyo efecto su Majestad católica comisionará a uno de sus oficiales para entregar al oficial autorizado por su Majestad británica el puerto y fuerte llamado de Egmont, con toda la artillería, municiones de guerra y efectos de su Majestad británica y de sus súbditos, que se hallaban allí el mencionado día, conforme al inventario que se formó.
El príncipe de Maserano declara al mismo tiempo en nombre del rey su amo, que la promesa que hace su dicha Majestad católica de restituir a su Majestad británica la posesión del fuerte y puerto llamado de Egmont no perjudica de modo alguno a la cuestión del derecho anterior de soberanía de las Islas Malvinas, por otro nombre de Falckland. En fe de lo cual, yo el infrascrito embajador extraordinario he firmado la presente declaración en la forma que acostumbro, y la he hecho poner el sello de mis armas. En Londres a 22 de enero de 1771. – El príncipe de Masserano.
Aceptación de la declaración anterior.
Habiendo autorizado su Majestad católica al excelentísimo señor príncipe de Maserano, su embajador extraordinario para que ofreciese en nombre de su Majestad al rey de la Gran Bretaña una satisfacción por la injuria hecha a su Majestad británica, desposeyéndole del fuerte y puerto Egmont; y habiendo firmado hoy dicho embajador una declaración que acaba de entregarme y en que expresa, que deseoso su Majestad católica de restablecer la buena armonía y amistad que subsistía antes entre las dos coronas reprueba la expedición contra Puerto Egmont, en la cual se empleó la fuerza contra las posesiones, comandante y súbditos británicos, y promete también reponer inmediatamente todas las cosas en el mismo estado en que estaban antes del 10 de junio de 1770; y que su Majestad católica dará comisión a uno de sus oficiales para entregar al oficial comisionado por su Majestad británica el puerto y fuerte de Puerto Egmont; como igualmente toda la artillería, municiones y efectos de su Majestad británica y de sus súbditos, según el inventario que se formó, y habiéndose también obligado dicho embajador en nombre de su Majestad católica a que se realizará el contenido de dicha declaración, entregándose en el término de seis semanas a uno de los primeros secretarios de estado de su Majestad británica el duplicado de las órdenes que pase su Majestad católica a sus oficiales: su Majestad británica a fin de manifestar las mismas disposiciones amistosas, me ha autorizado a declarar que mirará la citada declaración del príncipe de Maserano y el entero cumplimiento de la promesa de su Majestad católica como una reparación de la injuria hecha a la corona de la Gran Bretaña.
En fe de lo cual, yo el infrascrito, uno de los principales secretarios de estado de su Majestad británica, he firmado la presente en la forma que acostumbro, y la hice poner el sello de mis armas. En Londres 22 de enero de 1771. – Hochford.
En virtud de lo convenido, el gobierno español expidió por el ministerio de marina e Indias la real orden siguiente.
Habiéndose estipulado entre el rey y su Majestad británica por un convenio firmado en Londres el 22 de enero próximo pasado por el príncipe de Masserano y el conde de Rochford que la Gran Malvina, llamada por los ingleses isla de Falckland debe ser restituida inmediatamente en el mismo estado que tenía antes que fuese evacuada por ellos en 10 de junio del año último: de orden del rey prevengo a V. que tan luego como la persona comisionada por la corte de Londres se presente a V. con esta, disponga se efectúe la entrega del puerto de la Cruzada o Egmont y su fuerte y dependencias; así como también la de toda la artillería, municiones y efectos que se encontraren pertenecientes a su Majestad británica y a sus súbditos, conforme a los inventarios formados por los señores Jorge Famer y Guillermo Maltby en 11 de julio de dicho año al tiempo de dejar aquel punto, y de los cuales remito a V. las adjuntas copias, autorizadas con mi firma; y que tan luego como se efectúe uno y otro con las debidas formalidades, disponga V. se retire inmediatamente el oficial y demás súbditos del rey que allí pueda haber. Dios guarde a V. muchos años. El Pardo 7 de febrero de 1771. – El bailio fray don Julián de Arriaga. A. don Felipe Ruiz Puente.
NOTAS.
(1) La ventajosa situación de las islas Malvinas como punto militar y depósito de comercio en el Océano Pacífico había excitado la codicia de algunos gobiernos europeos, entre los cuales disputaban a la corona española el dominio de ellas los de Inglaterra, Francia y Holanda. Después de la paz de Aquisgrán quisieron los ingleses formar allí un establecimiento, pero su unión íntima con la corte de Madrid les hizo desistir del intento en fuerza de sentidas reclamaciones del ministro de estado don José Carvajal. El célebre francés Mr. Bougainville fundó en la parte oriental de dichas islas el año de 1754 la colonia llamada Puerto Luis. Valiéndose de este pretexto envió la Inglaterra al capitán Biron, quien dos años mas tarde echó los cimientos en la parte occidental de otra nueva colonia que llamó Puerto Egmont. Se quejó el rey de España a las dos cortes de que se hubiesen violado sus derechos sobre las Malvinas. Reconociólos el rey de Francia, entregándole desde luego a Puerto Luis; pero la Inglaterra se negó a abandonar su nuevo establecimiento. Don Francisco Bucarelli, gobernador de Buenos Aires, tomó entonces el medio no tan conciliatorio, pero mas eficaz, de enviar una expedición que sin grandes esfuerzos consiguió echar a los ingleses de aquella colonia. Irritado sobremanera el gobierno británico hizo una enérgica reclamación al de Madrid, pidiendo la restitución de Puerto Egmont y que se desaprobase la conducta de Bucarelli.
Ocupaba a la sazón el ministerio de estado don Gerónimo, marqués de Grimaldi, a cuyo puesto había sido elevado en el año de 1764 por dimisión de don Ricardo Wall. Hijo segundo de una ilustre familia de Génova, fue destinado Grimaldi en sus primeros años a la carrera eclesiástica; pero como hubiese venido a Madrid con una comisión de la república, consiguió atraer con su bella presencia y finos modales el afecto y protección del marqués de la Ensenada, que le proporcionó entrar al servicio de España, recorriendo después las legaciones de Viena, Hanover, Estocolmo, La Haya y finalmente de París, donde le hemos visto tomar una parte muy activa y eficaz en el pacto de familia de 15 de agosto de 1761. Contrajo entonces y mantenía ahora amistad tan estrecha con el duque de Choiseul, ministro de estado de Luis XV, que su mutua y frecuente correspondencia era objeto de sentidas quejas del marqués de Ossun, embajador francés en Madrid, el cual se creía desautorizado al ver que los negocios más graves se ventilaban sin su intervención entre los dos ministros.
En política se hallaban estos unidos por una particular aversión a la Inglaterra, cuyo poder marítimo deseaban abatir, sin reparar las más veces en la oportunidad de los medios. Fácil es de presumir que, animados de este espíritu y alentado Grimaldi por el ministro francés, hubiese rechazado las pretensiones de la corte de Londres. Esta y la de Madrid se prepararon a la guerra, y la última requirió del rey de Francia los auxilios a que estaba obligado por el pacto de familia. El rompimiento pareció tan próximo, que Mr. Harris, joven de 24 años, y que como secretario había quedado al frente de la legación británica durante la ausencia del ministro sir James Gray, salió de Madrid después de haber pedido y obtenido sus pasaportes que le entregó muy satisfecho don Gerónimo Grimaldi.
Hallábanse sin embargo contrariados los proyectos hostiles de este y duque de Choiseul por un numeroso partido que tanto en España como en Francia anhelaba por la paz. Triunfó en París, haciendo que Luis XV reemplazase a su ministro con el duque de Aiguillon, enemigo declarado de la guerra. Destituido Grimaldi del apoyo de su amigo, se vio en la necesidad de mostrarse más dócil con el gobierno británico.
Se dieron nuevas instrucciones al príncipe de Masserano, embajador de España en Londres, para hacer la declaración que aquí se inserta, la cual serenó felizmente los disturbios y desgracias que se preveían con una guerra dictada por el capricho de un ministro. Se reconciliaron las dos cortes, la de Inglaterra acreditó como embajador en Madrid a lord Grantham; y aun más adelante (el 22 de mayo de 1774) ya sea por complacer al rey de España, o porque le fuese costoso sostener el establecimiento de Puerto Egmont, le abandonó voluntariamente.
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