Desde la recuperación de la democracia, hace ahora un decenio, España se ha fijado como uno de los objetivos de su actuación exterior el de la universalización de las relaciones con todos los pueblos de la tierra, principio que se encuentra inscrito en el mismo frontispicio de la Constitución y expresamente declarado, desde su ascensión al trono, por Su Majestad el Rey, como uno de los corolarios lógicos del restablecimiento de las libertades democráticas. Consecuente con este principio, España ha ido formalizando relaciones diplomáticas con todos los Estados que forman la comunidad internacional, en el entendido de que ese hecho no constituye en modo alguno aprobación de la política interior o exterior de cada Estado.
Llevada por este principio y de acuerdo con sus intereses nacionales, España ha decidido establecer en breve plazo relaciones diplomáticas con Israel. Considera que así se supera la anomalía histórica que supone la ausencia de una institucionalización de relaciones ya existentes en muchos otros campos con un país también ribereño del Mediterráneo y que está obligado por diversos vínculos con la Comunidad Económica Europea, a la que España acaba de incorporarse. Al dar este paso, su Majestad el Rey y el Gobierno de España desean reafirmar los estrechos lazos que nos unen a la nación árabe.
Consecuentemente, España ratifica su firme propósito de continuar en el futuro su conocida postura de defensa de las justas causas árabes en los foros internacionales. En particular, España mantendrá su rechazo a la ocupación de territorios por la fuerza y su defensa de las legítimas aspiraciones del pueblo palestino, incluyendo el derecho a la autodeterminación.
Con su ingreso en la Comunidad Europea, España procurará aportar al diálogo euroárabe su conocimiento y comprensión de los sentimientos y afanes de los países que componen la nación árabe. Con su ampliación hacia el Sur, la Comunidad Europea estrechará su contacto con el mundo árabe y habrá de responder al reto que va a suponer el establecimiento de una nueva relación más rica y mutuamente beneficiosa.
Estoy convencido de que, al tener relaciones con ambas partes, España estará en condiciones de desempeñar un papel más activo en la búsqueda de una solución pacífica, justa y duradera al conflicto del Próximo Oriente. Por ello confío en que la decisión ahora adoptada por España contribuirá a facilitar el camino hacia la paz que todos deseamos, para que, por fin, se haga históricamente justicia en el Próximo Oriente, como es ferviente deseo de Su Majestad el Rey y del Gobierno Español.