El aislacionismo de los Estados Unidos fue una doctrina arraigada en la separación del país de los asuntos internacionales, principalmente de los problemas y conflictos de otros continentes. Se fundamentó en la Doctrina de Monroe de 1823, que proclamaba la no intervención de Europa en asuntos americanos y viceversa.
Esta perspectiva se reflejó fuertemente en el siglo XX, especialmente antes de la Segunda Guerra Mundial. El Senado de Estados Unidos se opuso a unirse a la Sociedad de Naciones en 1920, y grupos dentro del país, particularmente el Partido Republicano, se mostraron contrarios a la participación en conflictos militares fuera del hemisferio occidental. En 1935, se implementó la Ley de Neutralidad, que buscaba evitar que Estados Unidos se viera arrastrado a conflictos internacionales.
En América Latina, esta postura de aislacionismo norteamericano fue vista de manera más favorable que la participación directa en la política mundial. Esto se debió a que, desde la perspectiva latinoamericana, la intervención de los Estados Unidos en la política mundial se percibía como un uso del sistema interamericano como un instrumento para sus propios intereses en los conflictos globales.
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