La prolongada rivalidad entre Francia y Alemania desde 1871 hasta 1945 estuvo marcada por el control disputado de Alsacia y Lorena. Tras la derrota de Francia en la guerra franco-prusiana, estos territorios fueron cedidos por Francia el 10 de mayo de 1871 según lo estipulado en el Tratado de Frankfurt, y formalmente anexados por el Imperio alemán el 9 de junio de ese mismo año. Este conflicto territorial se convirtió en el epicentro de tensiones latentes o abiertas entre ambas naciones hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, provocando cambios sucesivos de soberanía: retorno a Francia en 1918, anexión al Tercer Reich en 1940 y reintegración definitiva a Francia en 1945.
Hoy en día, los departamentos franceses de Haut Rhin, Bas Rhin y la Moselle corresponden a lo que antes fue Alsacia y Lorena. Estos territorios abarcaban 14.511 km2 y albergaban a más de 1,5 millones de habitantes en 1871. La anexión al Imperio alemán afectó principalmente a los departamentos de Bas-Rhin y Haut-Rhin, con una población mayoritariamente alemana y de fe protestante, y a partes de Meurthe y Moselle, con Metz y población mayormente francesa.
La incorporación a Alemania provocó un éxodo de alsacianos y loreneses que rechazaban la dominación extranjera, con más de 120.000 abandonando la región en dos años. A su vez, se produjo una inmigración masiva de alemanes para reforzar la política de germanización e integración impulsada desde Berlín.
Alsacia-Lorena, a diferencia de otros estados del Imperio alemán, carecía de una constitución propia y dependía directamente del emperador y los órganos centrales del Reich. A pesar de intentos de descentralización y una política menos rigurosa hacia la región, la resistencia a la germanización persistió entre las élites locales.
Esta situación fue una fuente constante de tensión entre Francia y Alemania, complicando los intentos de estabilización europea. La devolución de Alsacia-Lorena a Francia tras la Primera Guerra Mundial no eliminó por completo las tensiones, y el sentimiento revanchista francés siguió latente hasta la Segunda Guerra Mundial.
Tras el conflicto, la reincorporación definitiva de Alsacia y Lorena a Francia se estableció con la liberación de los territorios por los aliados en 1945. En la actualidad, la región no presenta reivindicaciones nacionalistas, siendo Estrasburgo un símbolo de reconciliación franco-alemana al albergar las sesiones del Parlamento Europeo.