martes, diciembre 24, 2024

“Cerrar Europa a los solicitantes de asilo sería una abdicación de nuestros valores”

“Cerrar Europa a los solicitantes de asilo sería una abdicación de nuestros valores”

Filippo Grandi (Milán, 1957) visitó España este lunes para conmemorar el 25º aniversario del Comité español de Acnur, la ONG que trabaja con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en captación de fondos y sensibilización. España es, de largo, el país con más donaciones privadas del mundo y la solidaridad, traducida el año pasado en medio millón de socios, aumenta cada año. Grandi asumió el cargo de Alto Comisionado de Acnur en enero de 2016, cuando decenas de miles de personas se lanzaban al mar huyendo de la guerra poniendo a prueba el sistema europeo de asilo. Hoy, se acumulan los temas sobre su mesa: la caravana de centroamericanos queriendo entrar en EEUU, el discurso xenófobo de parte de los socios europeos y la falta de consenso para promover una migración segura que no colapse los sistemas de asilo.

Pregunta. ¿Qué le parece que Donald Trump movilice al ejército hasta la frontera ante la llegada de un grupo de 4.000 civiles centroamericanos? ¿Es tolerable que la patrulla fronteriza norteamericana haya lanzado gas lacrimógeno a un centenar que pretendió superar la frontera con México?

Respuesta. Todos los países tienen el derecho y el deber de gestionar sus propias fronteras. Es una prerrogativa de los Estados gestionar sus fronteras, pero las medidas de respuesta tienen que ser proporcionales a la situación y estamos hablando de un contexto en el que hay que contemplar aspectos humanitarios importantes. La situación de la frontera de Estados Unidos y México es compleja desde hace varios años, pero es evidente que debe ser gestionada con un enfoque regional y manteniendo la posibilidad de pedir asilo. El problema empieza en los países del norte de Centroamérica y las intervenciones que se hacen en esos países son insuficientes e inadecuadas porque se centran en la perspectiva de la seguridad. Se tiende a dar respuestas desde un enfoque de la seguridad, en la lucha contra las maras, por ejemplo, pero lo que necesitan esos países es desarrollo económico, educación y oportunidades para que la gente no se vea obligada a huir.

P. ¿Cómo valora la gestión que está haciendo Latinoamérica del éxodo de tres millones de venezolanos? ¿Qué lecciones pueden aplicarse en Europa que bautizó de crisis la llegada de 1,5 millones de refugiados en 2016?

R. América Latina tiene una larga tradición de solidaridad y acogida desde el tiempo de las dictaduras. Acabo de visitar Colombia, Ecuador, Perú y Argentina y hay miles de venezolanos llegando cada día. He visto venezolanos acogidos por desplazados colombianos. Es muy conmovedor. Es importante que Europa no se olvide de la importancia de la solidaridad hacia las personas que huyen de la guerra y la violencia. Hay una manipulación política terrible en Europa basada en que tenemos que protegernos de las personas que vienen en lugar de protegerlas. En América Latina esto no se ve. El mensaje a Europa es que tiene que participar también del apoyo que tenemos que dar a estos países.

P. ¿Cómo se le pide a Europa que colabore en la situación de América Latina si no consigue un consenso en la materia en su propio continente?

R. Tal vez es más fácil políticamente promover la solidaridad lejos de Europa que ofrecer solidaridad cerca de Europa. Aunque creo que una cosa no excluye a la otra.

P. En dos semanas se formaliza el Pacto Mundial en el marco de la ONU para promover la migración segura, pero una lista de países con EEUU a la cabeza no va a suscribirlo. ¿Podrá hablarse de un compromiso y avance global con estas ausencias?

R. Si las migraciones económicas no se regulan de manera más eficaz, muchos migrantes van a elegir el asilo como vía de entrada en un país. El sistema de asilo está desbordado porque no hay una gestión racional. Las migraciones son muy necesarias para los países ricos, pero no están reguladas y el resultado es migración irregular, explotación de los migrantes, especialmente de mujeres y niños, y abuso del asilo. Desde Acnur estamos más involucrados en el Pacto Mundial sobre Refugiados, pero un pacto fortalece a otro. El pacto de la migración es importante para el sistema de asilo y la ausencia de países importantes es grave.

P. ¿Se está fracasando en crear una narrativa migratoria progresista para combatir el discurso xenófobo?

R. Hay una narrativa nacionalista, que en el tema de migraciones y refugiados, no es válida. Son fenómenos globales que tienen que ser abordados de manera colectiva. Las respuestas nacionales y aisladas ante el fenómeno migratorio provocan un consenso a corto plazo y, particularmente, electoral, pero a medio plazo son catastróficas para encontrar soluciones. Mira lo que pasa en el Mediterráneo, no tenemos un sistema de desembarco previsible porque los países no se ponen de acuerdo sobre una cuestión relativamente sencilla. El resultado es que gestionar el caso de cada barco es un drama, para las personas en el barco, pero también un drama político para todos.

P. Tanto a nivel español como comunitario, parte de la ayuda que se computa como ayuda al desarrollo se destina al control de fronteras o la cooperación policial. ¿Tiene sentido detener en lugar de gestionar los flujos?

R. Es un problema. La seguridad y los controles son importantes pero no a expensas del desarrollo, educación, oportunidades. Las fronteras son una realidad, pero no puede ser que su control sustituya a las medidas importantes para gestionar estos flujos. Se tiende a poner el foco en la seguridad y no es suficiente. No estamos yendo a la raíz del fenómeno.

P. ¿Qué opina de la reciente propuesta europea de crear plataformas externas a la UE para desembarcar a las personas rescatadas en operaciones de búsqueda y salvamento?

R. Es un error y no es viable si Europa no coopera con los países vecinos. Primero Europa tiene que establecer un sistema compartido de desembarco y el liderazgo tiene que ser claramente europeo; hay algunos países que están de acuerdo con esta posición como España, Francia o Alemania. Pero hay que mantener siempre abierta la posibilidad de pedir asilo en Europa o en Estados Unidos o en Australia. Si podemos cooperar para que las personas no se vean obligadas a salir y arriesgar su vida en viajes tan peligrosos será un progreso, pero no podemos cerrar Europa a los solicitantes de asilo. Sería una abdicación total de los valores fundamentales de este continente.

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