La Asamblea General de la ONU y la igualdad de género
Agosto 2018
Al anunciar que la ecuatoriana María Fernanda Espinosa se convertiría en la primera mujer latinoamericana en presidir la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Miroslav Lajčák declaró: “4 de 73 no es ningún récord para estar orgullosos, pero me alegra que vayamos por buen camino”. Durante más de 70 años, la Asamblea General ha sido presidida por una mujer únicamente en tres ocasiones: Vijaya Lakshimi Pandit de la India (1953), Angie Brooks de Liberia (1969) y Sheikha Haya Rashed Al-Khalifa de Bahréin (2006).
Espinosa ha sido Canciller de Ecuador en dos ocasiones y cuenta con una amplia experiencia en la ONU al haber sido Representante Permanente de su país en las sedes de Ginebra y Nueva York. La nueva Presidenta, que tomará posesión en septiembre de 2018, ha prometido un mandato cercano a la gente y de puertas abiertas. Entre los temas más importantes de su candidatura destacan la universalidad de los objetivos de desarrollo sostenible, el fortalecimiento de la agenda del cambio climático, la inclusión de los derechos de las personas con discapacidad, la protección de los migrantes, la continuidad de la igualdad de género y la prevención de conflictos. Con una mujer a la cabeza de uno de los principales órganos de la ONU, es oportuno analizar los avances que han tenido lugar con respecto a la participación y a los derechos de las mujeres en la Asamblea General, pero también los temas pendientes a más de 70 años de su creación.
Henry Shue, académico e investigador de los derechos humanos, expone la necesidad de crear instrumentos jurídicos e instituciones que procuren eficazmente los derechos de las personas. Al ser mundialmente reconocidos y tener una estructura que los proteja, estos obtienen validación y respaldo internacional.
El impulso de los derechos de las mujeres y su empoderamiento han sido temas centrales en la ONU desde su fundación. La cooperación entre los países miembros ha dado lugar a un marco normativo cada vez más amplio, y a la consolidación de instituciones especializadas en promover acciones de defensa a estos derechos.
En 1946, en el Consejo Económico y Social, se fundó la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), primera institución internacional en promover la igualdad y el empoderamiento de las mujeres. La Comisión, entonces conformada por quince mujeres representantes de gobiernos, apoyó en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos para que su contenido contemplara a ambos sexos utilizando “seres humanos” y “persona” en lugar de “hombre”.
En un inicio, la CSW se enfocó a estudiar las condiciones políticas y jurídicas de las mujeres. Como resultado, redactó los primeros instrumentos internacionales para los derechos de las mujeres: la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer (1953), la Convención sobre la Nacionalidad de la Mujer Casada (1957) y la Convención sobre el consentimiento para el matrimonio, la edad mínima para contraer matrimonio y el registro de los matrimonios (1962).
El impulso de los derechos de las mujeres y su empoderamiento han sido temas centrales en la ONU desde su fundación.
En la década de 1970 se buscó un enfoque más integral y 1975 fue declarado el Año Internacional de la Mujer por la Asamblea General, que organizó, junto con la CSW, la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer en la Ciudad de México. Derivado de dicha conferencia, a la que asistieron representantes de 133 gobiernos, se adoptó el Primer Plan de Acción Mundial que incluyó temas de igualdad, desarrollo y paz.
Posteriormente, se organizaron tres conferencias mundiales: Copenhague (1980), Nairobi (1985) y Beijing (1995). Fue en esta última que se marcó un punto de inflexión al adoptarse la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing que estableció doce temas a examinar cada 5 años por la CSW: pobreza, educación, salud, violencia, conflictos armados, economía, ejercicio del poder y toma de decisiones, mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer, derechos humanos, medios de difusión, medio ambiente y las niñas.
Siendo el único órgano de la ONU que cuenta con la participación y votación de los 193 países miembros, la Asamblea General desempeña un papel fundamental en la adopción de resoluciones, recomendaciones, convenciones e instituciones sobre los derechos de las mujeres. La Asamblea ha acompañado e impulsado el trabajo de la CSW y, con el tiempo, ha incorporado los derechos de las mujeres en sus resoluciones. En 1979 adoptó el primer instrumento vinculante en esta materia: la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación en contra de la Mujer (CEDAW). En 1999 aprobó su Protocolo Facultativo que consolidó las funciones del Comité de la CEDAW para recibir quejas, iniciar investigaciones y hacer recomendaciones. Al ratificar ambos instrumentos, los Estados aceptan el escrutinio internacional y se comprometen a hacer cambios en sus legislaciones.
La CEDAW y su Protocolo son las primeras instancias en señalar explícitamente la desigualdad y la discriminación hacia las mujeres en los ámbitos político, económico, social, cultural y civil. La Convención es la primera a nivel internacional en incluir un apartado sobre derechos de procreación, haciendo mención a la planificación familiar. También reconoce patrones socioculturales que definen estereotipos de género e insta a los Estados a tomar medidas para modificarlos.
En la década de 1990, las resoluciones adoptadas por la Asamblea se volvieron más específicas. En 1993 se aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, primer instrumento que trata de manera puntual la violencia contra las mujeres. La Declaración refuerza a la CEDAW y define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer”.
En seguimiento a la Conferencia de Beijing, la Asamblea celebró su 23° periodo extraordinario de sesiones con el tema “La mujer en el año 2000: igualdad entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI”. Ese mismo año se establecieron los Objetivos de Desarrollo del Mileno (ODM) como compromisos por parte de los países en desarrollo con el apoyo que brindan los países desarrollados para combatir la pobreza, el hambre, algunas enfermedades, el analfabetismo, la degradación del ambiente y la discriminación contra la mujer.
En 2010 la Asamblea General votó unánimemente para crear ONU Mujeres como promotora de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. La nueva institución tendría el mandato de vigilar la rendición de cuentas de todas las agencias de la organización en sus estrategias de género y brindar apoyo a los Estados miembros en sus políticas nacionales.
Con base en los resultados obtenidos de los ODM, 5 años más tarde la Asamblea adoptó la Agenda 2030 y se pusieron en marcha 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). No solo se estableció la igualdad de género como el quinto objetivo sino que se convirtió en requisito transversal para el cumplimiento del resto de los ODS.
Asimismo, la Asamblea ha emitido múltiples resoluciones sobre la erradicación de la violencia contra la mujer, tráfico y trata, derechos de mujeres trabajadoras migrantes, salud y violencia doméstica. También se ha pronunciado por la igualdad de género en la estructura de la ONU demandando condiciones de igualdad en el sistema. Como seguimiento a este tema, en septiembre de 2017 el Secretario General presentó una estrategia para alcanzar la paridad de género en 2028.
María Fernanda Espinosa iniciará su mandato con una expectativa positiva para los derechos de las mujeres tomando en cuenta su labor en este ámbito como Canciller de Ecuador. A inicios de 2018, con el apoyo de ONU Mujeres, presentó una política de género para las misiones diplomáticas y la labor de la Cancillería. Su compromiso con la igualdad de género y su experiencia en el sistema de Naciones Unidas reflejan optimismo para los derechos de las mujeres durante su próximo mandato.
Aún queda mucho por hacer. En el ámbito político, tan solo el 23% de los parlamentos nacionales está conformado por mujeres. En cuestiones laborales, representan el 39% de la población económicamente activa ganando lo equivalente a entre 60% y 75% del salario de los hombres. En materia de salud, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia por parte de su pareja. Hoy más de 300 000 mujeres fallecen anualmente por causas relacionadas al embarazo y 200 millones han sufrido mutilación genital.
También enfrentamos nuevos desafíos. El cambio climático y sus efectos provocan más víctimas mujeres que hombres. Seis de cada diez muertes provocadas por el uso de materiales combustibles domésticos son mujeres. En una cantidad considerable de países se han endurecido las políticas migratorias siendo mujeres el 47% de la población migrante.
María Fernanda Espinosa iniciará su mandato con una expectativa positiva para los derechos de las mujeres tomando en cuenta su labor en este ámbito como Canciller de Ecuador.
En un momento en el que la tecnología y la ciencia avanzan a paso acelerado, menos del 30% de los empleos de investigación los poseen mujeres. Además, son las principales víctimas de violencia, principalmente sexual, del terrorismo.
La ONU todavía puede mejorar en materia de paridad de género. De acuerdo con el Informe del Secretario General sobre la situación de la mujer en el sistema de las Naciones Unidas (2017), la presencia de la mujer en los niveles más altos se encuentra en 26.8%. De 35 entidades de la organización, únicamente cinco han alcanzado una proporción de género 50/50 y 17 se encuentran con una paridad de menos del 10%.
La nueva Presidenta de la Asamblea General entiende estos retos. En su primer discurso dedicó su nombramiento a las mujeres que participan en política. Además, hizo un homenaje especial a “las mujeres que luchan cada día por acceder a puestos de trabajo en igualdad de condiciones, a las mujeres y niñas víctimas de la violencia, a las niñas y adolescentes que demandan acceso a información y educación de calidad”.
El papel de la ONU en la codificación de instrumentos que velan por los derechos de las mujeres es primordial. También lo es el papel que desempeña como ejemplo internacional para otras instituciones y para las estructuras internas de los Estados. Tal como lo dice el informe del Secretario General: “Las políticas abundan; la clave está en su aplicación efectiva”.
La nueva Presidenta de la Asamblea ha declarado que “el fortalecimiento del multilateralismo no es una opción, es una obligación”. Es gracias a este que se ha logrado impulsar los derechos de las mujeres haciendo cada vez más conscientes y acreedores de responsabilidades a los Estados para vigilar su cumplimiento.
Es necesario continuar promoviendo e incluyendo a todos los países miembros en la adopción de normas que vigilen el cumplimiento de los derechos de las mujeres. Como lo describió Joel Feinberg: “Poseer derechos nos permite vernos a los ojos y sentirnos de manera fundamental iguales a los demás”.
NATALIA FIGUEROA LIMA es miembro del Servicio Exterior Mexicano y funge como Asesora en la Oficina del Secretario de Relaciones Exteriores. Es licenciada en Relaciones Internacionales por el ITAM. Sígala en Twitter en @NatFigli.
Esta entrada fue modificada por última vez en 29/07/2018 15:20
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