La violencia, la persecución y las guerras obligan a un creciente número de personas a abandonar sus hogares, comunidades y países en busca de seguridad y medios de subsistencia. Este fenómeno mundial, que colocó la cifra de desplazados en un récord de más de 68 millones de personas en 2017, requiere con urgencia un nuevo acuerdo global sobre refugiados.
A un ritmo de 44.500 por día, 16,2 millones de personas huyeron para salvar sus vidas el año pasado, elevando la suma mundial de desplazados a 68,5 millones, informó este martes la Agencia de la ONU para los Refugiados.
Según su informe anual de tendencias globales, los países con mayor desarraigo fueron la República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Myanmar.
Al presentar el estudio a la prensa en Ginebra, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados señaló que, del total de personas desplazadas, 25,4 millones son refugiados, un aumento de casi 3 millones con respecto a 2016. De ellos, el 70 % provienen de diez países, entre ellos Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Myanmar y Somalia.
Una crisis de los más pobres
Filippo Grandi destacó, además, que el 85 % de esos refugiados se encuentra en países pobres o de renta media.
“Ese es un elemento muy importante porque debería disipar la idea que hay en muchos países de que la crisis de refugiados es una crisis del mundo rico, no lo es, sigue siendo una crisis del mundo pobre”, puntualizó.
Para Grandi, el mundo se encuentra en un punto decisivo en el que hace falta un enfoque nuevo y mucho más amplio para que los países y las comunidades no se queden solos en la tarea de acoger a los refugiados.
En este sentido, consideró que se han registrado algunos avances que incluyen nuevas políticas en ciertos países y recordó que el Pacto Mundial sobre Refugiados estará listo para su aprobación por la Asamblea General de la ONU en unos meses.
“Pero al final, lo que se necesita es acción política para abordar las causas de raíz [de los desplazamientos]”, afirmó Grandi.
América no es inmune
El informe de ACNUR muestra que el continente americano no es inmune a la crisis de refugiados, aunque a menudo sea eclipsada por la gravedad de la situación en otras regiones.
En el norte de Centroamérica y México, se observó un desplazamiento de casi 300.000 personas al incrementarse la cantidad de solicitantes de asilo y refugiados, debido principalmente a la violencia las pandillas y el crimen organizado en sus países de origen.
La gran mayoría de las personas que huyen de Honduras, El Salvador y Guatemala buscan protección de refugiados en el norte de Belice, México, Estados Unidos, Costa Rica y Panamá.
Por otra parte, la situación socioeconómica y política en Venezuela empujó más de 1,5 millones de personas a salir hacia los países vecinos y más allá. Sus principales destinos fueron Brasil, Colombia, Costa Rica, México, Perú, España y Estados Unidos. ACNUR está trabajando con gobiernos y otros socios en América Latina y el Caribe para establecer una respuesta coordinada e integral a la situación de Venezuela.
En 2017, Colombia se mantuvo como el país con la mayor población de desplazados internos del mundo. Según el Gobierno, se registraron 7,7 millones de desplazados internos en el país desde 1985, un aumento de un cuarto de millón desde el comienzo del año.
Las regiones más afectadas por el desplazamiento, debido principalmente a la violencia entre los grupos armados ilegales, son la Costa del Pacífico y las zonas fronterizas. Muchos de los recientes desplazamientos masivos ocurren en regiones donde las comunidades han sido desplazadas varias veces en los últimos 20 años. Los grupos de población más afectados son niños y adolescentes, mujeres, indígenas y afrocolombianos.