El primer año de Trump: la respuesta mundial
Nuevo número de Foreign Affairs Latinoamérica
Enero 2018
Cumplido el primer año de la presidencia de Donald Trump, es el momento de analizar qué ha significado desde una perspectiva internacional y, en particular, desde los países y los gobiernos que han percibido su irrupción como los movimientos de un elefante en una tienda de porcelana. Más allá de las proclamas y decisiones proteccionistas para consumo interno, las múltiples decisiones disruptivas de Trump en el ámbito internacional han impuesto un cambio de estrategia tanto a los socios tradicionales de Estados Unidos como a sus adversarios. No es solamente un cambio de prioridades en relación con los 8 años del gobierno de Barack Obama, sino que se trata de conmociones de los frágiles equilibrios en el escenario internacional que ha tejido y cuidado largamente Estados Unidos, y que incluso alteran muchos de los fundamentos de la agenda republicana.
En la caricatura de la portada, Ángel Boligán ha querido parodiar la imagen de Charles Chaplin jugando con el globo terráqueo, una de las escenas más famosas de la película El Gran Dictador, una sátira y denuncia antibélica filmada antes de conocerse los horrores de los campos de exterminio. Salvando todas las distancias, por el momento, la sátira de la portada se non è vera, è ben trovata.
Estados Unidos ha quedado fuera del grupo de actores que intervienen en la crisis de Siria, liderado ahora por Rusia en asociación con Irán y Turquía, en parte como resultado de la posición de Trump contraria al acuerdo nuclear con Irán. Trump regresó de Asia con las manos vacías, excepto por la buena relación con el insultante presidente de Filipinas Rodrigo Duterte. ¿Qué se podía esperar después de su primera decisión de salir del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP) o de su arriesgada presión a Corea del Norte que fuerza a China a tomar una decisión? En el escenario europeo ha empujado a la Unión Europea hacia una posición más unitaria, por sus críticas a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el rechazo al Acuerdo de París sobre cambio climático. Y en Latinoamérica, Estados Unidos ha retrocedido en la relación con Cuba cuando se abría una oportunidad para una transición reformista.
En este número, se examina la perspectiva de la presidencia de Trump de los siguientes países: México, Cuba, Venezuela, Colombia y Argentina en Latinoamérica, y Francia, Alemania, Japón y Australia en el resto del mundo. Rafael Fernández de Castro analiza la relación de México con la presidencia de Trump después de constatar su estilo personal de gobernar que no reconoce ataduras, admira a los tiranos y miente. Su fascinación por el nacionalismo económico es muy peligroso para México y para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el acuerdo más importante de la historia bilateral. Asegura que Enrique Peña Nieto se ha aplicado a la tarea de contener a Trump y mantenerlo a una respetuosa distancia. La estrategia es evitar sus provocaciones, negociar directamente con los altos funcionarios del gobierno estadounidense y cabildear en el Congreso, con los más importantes gobernadores, con empresarios y con los mexicoestadounidenses.
Carlos Alzugaray repasa la situación que se produjo con el acuerdo entre Raúl Castro y Obama el 17 de diciembre de 2014, que determinó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de embajadas. La normalización, que para Cuba debía ser irreversible, se truncó con la llegada de Trump a la Casa Blanca en una “ruptura sin ruptura” de las relaciones, que llevó a la retirada de casi todo el personal de la embajada estadounidense en La Habana por unos extraños “ataques sónicos” no comprobados. Es un problema que puede complicar la delicada transición económica y política cubana.
La relación entre Estados Unidos y Venezuela —como escribe Alexis Colmenares— no es fácil, ya que desde 2010 Caracas y Washington no tienen embajadores y las relaciones están en manos de encargados de negocios. En 2014, Obama impuso sanciones a altos funcionarios venezolanos acusados de corrupción y de violar los derechos humanos. Sin embargo, Nicolás Maduro moderó su lenguaje con Trump y le tendió una mano criticando las políticas de George W. Bush y de Obama hacia su país. Incluso se pensó que las buenas relaciones de Trump con Rusia serían provechosas para Venezuela. Pero en pocas semanas todo cambió con las sanciones de Estados Unidos al vicepresidente Tareck El Aissami y cuando Lilian Tintori (esposa del preso político Leopoldo López) se reunió, el 16 de febrero de 2017, con el vicepresidente Mike Pence, el senador Marco Rubio y el propio presidente Trump en la Casa Blanca. Después de que en julio de 2017 Maduro convocó la Asamblea Nacional Constituyente, en agosto Trump anunció que no descartaba una intervención militar en Venezuela, y en el discurso en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas de septiembre de 2017, se refirió a la “dictadura socialista de Venezuela”. Las relaciones entre ambos países seguirán siendo inciertas.
La perspectiva desde Colombia, según Sebastián Bitar y David González, no está exenta de riesgos y tensiones, ya que en septiembre de 2017 Trump criticó el aumento de los cultivos de coca y advirtió que, de no reducirse significativamente, en su próxima revisión señalará a Colombia como un país que no cumple con sus compromisos en la lucha contra el narcotráfico. A pesar de ello, el gobierno de Juan Manuel Santos trata de conservar la estabilidad de una relación bilateral basada en una larga tradición de cooperación entre Colombia y Estados Unidos. El combate contra el narcotráfico y la erradicación de cultivos de coca sigue siendo un punto delicado que podría conducir a la descertificación por parte de Estados Unidos, pero hay elementos positivos en el ámbito económico y en el proceso de paz, si bien podrían cambiar según los resultados de las elecciones presidenciales de 2018.
Fuera de Latinoamérica, hay también focos de tensión por la política exterior de Trump en Europa y Asia. Natalie Nougayrède describe la antigua y nada fácil relación entre Estados Unidos y Francia, para contextuar el momento actual en el que el 75% de los franceses tiene una opinión negativa de Trump. Entre tanto, el presidente Emmanuel Macron aspira a revitalizar el proyecto europeo como una manera de restaurar el liderazgo francés. Trump es una oportunidad para Europa así como un problema, y Francia debe protegerse centrándose primero en su espacio europeo.
Para Stefan Theil —que empieza describiendo la disminuida capacidad militar alemana—, sobre ningún otro aliado de Washington ha descargado tanta ira Trump como con Alemania, a quien ha criticado por su enorme déficit comercial,Alemania debe hacer más para promover el libre comercio, asumir una mayor responsabilidad por su propia seguridad y presionar a Europa para que realice reformas económicas profundas. En las últimas crisis, como la de la eurozona o Crimea, Alemania ha asumido el liderazgo con reticencia, en el último minuto y sin una visión más amplia de sus objetivos y su papel en el mundo. Los retos de Alemania son importantes, pero siempre pasan por reforzar a la Unión Europea gracias a su alianza con Francia y por frenar a Rusia mediante un compromiso con Estados Unidos, aunque es difícil con un electorado alemán contrario a Trump.
En Japón, según Takako Hikotani, el triunfo de Trump causó sorpresa y preocupación, aunque las declaraciones preelectorales de que el país debía pagar por su propia defensa fueron vistas por los conservadores como una oportunidad para ser más independientes de Estados Unidos. En realidad, hasta ahora no ha ocurrido una “conmoción por Trump”, y el gobierno japonés se ha dedicado a “manejar a Trump”, con el apoyo pragmático de la opinión pública. La afinidad personal entre el primer ministro japonés Shinzo Abe y Trump fue aprovechada en la estrategia japonesa de acercamiento, y el Presidente estadounidense ya no se quejó del déficit comercial, la manipulación de divisas ni el costo de tener fuerzas militares estadounidenses en Japón. Otra táctica consistió en desvincular a Trump de las negociaciones de dos temas fundamentales: defensa y comercio. A pesar de este primer éxito, los riesgos no han desaparecido y, puesto que con en el gobierno de Trump se ha debilitado el liderazgo económico estadounidense en la región, Tokio se ha visto obligado a replantear su enfoque, su liderazgo en Asia y su relación con China.
El artículo de Michael Fullilove trata de la incómoda relación de Australia con el nuevo Presidente de Estados Unidos, que se inicia con la llamada telefónica de Trump al primer ministro Malcolm Turnbull, para hablar de la transferencia de refugiados acordada con Obama y que Trump calificó de “trato tonto”. A los australianos no les gusta Trump por varias razones, entre ellas su propia idiosincrasia, tan distinta del estilo fanfarrón del estadounidense, pero también por su política aislacionista, que se opone a la más internacionalista y global. La decisión de Estados Unidos de retirarse del TPP y del Acuerdo de París sobre cambio climático no facilita la relación, como tampoco la falta de un enfoque integrado sobre Asia. Australia tiene que decidir si se deshace de un antiguo aliado y se acerca a un nuevo candidato, que es China.
En el apartado Mundo, Mark Aspinwall analiza cómo la sociedad civil mexicana ha respondido a las oportunidades que ofrece el Ahora bien, aunque el TPP se considera un acuerdo más moderno y avanzado, cuando se trata de la gobernanza laboral y ambiental, un examen minucioso revela que los negociadores no aprendieron del TLCAN ciertas lecciones acerca de la supervisión del cumplimiento.
La frontera sur de México con Belice pocas veces llama la atención, y Carlos Quesnel Meléndez nos introduce a la complejidad de un país que tiene un diferendo territorial con Guatemala, que se identifica con el Caribe anglófono, que mantiene una fuerte relación económica con Estados Unidos y que por sus lazos históricos con el Reino Unido es uno de sus principales socios comerciales, aunque también tiene una estrecha relación con Cuba y Venezuela. Aunque mantiene una buena relación con México, la seguridad en la frontera común se ha deteriorado en los últimos años. Por ello, la cooperación por medio de la Estrategia de Seguridad Centroamericana es primordial, y dentro de este marco, México aporta recursos que se potencian mediante esquemas de cooperación triangular con énfasis en la prevención de la violencia y el delito.
Vidal Romero explica que, dada la situación actual de inseguridad e ilegalidad de Cuba, hay que considerar los elementos determinantes del aumento de los índices delictivos conforme la isla inicia la liberalización económica y la democratización política, y averiguar qué instituciones son necesarias para minimizarlos. La atención no debe dirigirse únicamente al aspecto político, sino también a los problemas penales que ponen en riesgo su transición: lavado de dinero, mercados negros y corrupción.
Tim Kaine compara el mandato de Trump con el de Harry Truman y afirma que ahora el país carece de un marco general para analizar y liderar un mundo complicado. Con Truman, a pesar de todas las fallas de la doctrina, Estados Unidos tuvo al menos una estrategia con la que articuló su posición militar, su presupuesto, su diplomacia, su ayuda humanitaria, su compromiso con las instituciones internacionales e, inclusive, muchos de sus grandes programas sociales internos. Trump pregona las virtudes de lo imprevisible. Sus promesas de poner a Estados Unidos en primer lugar recuerdan la inclinación aislacionista del país en la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el mundo de hoy no es bipolar, como en los días de Truman, sino tripolar. El poder ahora lo ejercen los Estados democráticos, los autoritarios y los actores no estatales. Por esto, socavar los foros internacionales diseñados para promover tal coordinación debilitaría a Estados Unidos.
Según Michael Mandelbaum, Trump está en lo correcto: para fortalecer a la La palabra “obsoleta”, que utilizó Trump para definir a la OTAN, no es correcta desde que en 2014 Rusia pusiera fin a la paz europea posterior a la Guerra Fría con la invasión de Ucrania. Sin embargo, el autor destaca el error de la expansión de la OTAN y los efectos que las políticas occidentales han tenido en Rusia, y aunque Europa debe hacerse más responsable de defender los intereses y valores de Occidente, no puede remplazar el liderazgo de Estados Unidos.
Óscar Flores Ibarra y María del Socorro Gómez Leyja explican el voto favorable a Trump y el fracaso de los demócratas a partir de los cambios estructurales en el mercado laboral, con la tendencia decreciente en el número de trabajadores del sector manufacturero de Estados Unidos. El triunfo de Trump fue el resultado de una cuidadosa estrategia de buscar apoyo en las bases conservadoras y explotar la inseguridad económica causada por esos cambios estructurales y por la preocupación de los ajustes económicos y sociales que ha provocado la migración de las últimas décadas.
Ante la promesa de Trump de restablecer la tortura, Douglas A. Johnson, Alberto Mora y Averell Schmidt analizan, más allá de sus graves consecuencias humanas y legales, las implicaciones políticas de la guerra contra el terror: ha alterado la relación de Estados Unidos con sus aliados y ha repercutido en ciertas iniciativas de Washington en otros objetivos esenciales, como la promoción de la democracia y los derechos humanos en el exterior. El recurso de la tortura por parte de Washington ha perjudicado gravemente la seguridad nacional; por tanto, restablecerla sería un costoso error. En todo caso, la tortura nunca puede ser solamente un error, ni tan siquiera un error de cálculo desde un punto metodológico. Ante todo, la tortura es un horror, un crimen de lesa humanidad que viola las normas fundamentales del Derecho internacional.
JORDI BACARIA COLOM es director de Foreign Affairs Latinoamérica y director del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). Sígalo en Twitter en @bacaria_jordi.
Esta entrada fue modificada por última vez en 24/01/2018 13:34
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