La crisis de Cataluña y el referendum en las regiones de Lombardía y Véneto por una mayor autonomía ponen en un aprieto a la Unión Europea, pues la causa separatista podría amenazar con desmoronar al bloque.
Empezando por Escocia, región semiautónoma desde 1998, que tiene un parlamento y amplias competencias, salvo la diplomacia y la defensa, áreas exclusivas del gobierno británico.
En 2014, Escocia celebró un referendum de autodeterminación en el que 55% de los votantes dijo no a la independencia.
El Brexit ha reactivado la idea. La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, ha anunciado un nuevo referéndum, para la primavera de 2019.
Otras regiones de la Unión Europea exteriorizan aspiraciones similares a las de Cataluña, como el País Vasco en España o Flandes en Bélgica.
En Flandes, región del norte de Bélgica, el partido nacionalista Nueva Alianza Flamenca (N-VA) reivindica la creación de una República Flamenca.
En las legislativas belgas de 2014, el partido nacionalista se convirtió en el principal partido de Bélgica y piedra de toque del gobierno federal del francófono Charles Michel.
Otro ejemplo: Las Islas Feroe que celebrarán en abril de 2018 un referendum sobre una nueva Constitución que contempla el derecho a la autodeterminación. Este archipiélago danés logró su autonomía en 1948. Desde que se descubrieron yacimientos de petróleo y gas el deseo independentista ha tomado un nuevo impulso.
Córcega plantea otro desafío independentista. Y Francia teme el efecto dominó. En junio de este año, la isla eligió por primera vez tres diputados nacionalistas. Y en la actualidad reclama que el corso sea reconocido como idioma oficial junto al francés.