Por Ricardo Arredondo & Leopoldo M. A. Godio
Años de gobierno autoritario, mala gestión económica, crimen violento y caos en Venezuela han resultado ser una combinación tóxica. En medio de esta crisis económica, política, social e institucional, debía producirse el traspaso de la Presidencia Pro Témpore (PPT) del Mercosur. Uruguay dejó la presidencia en julio, cuando acababa su mandato, y Venezuela la asumió, aunque Paraguay y Brasil se negaron a aceptar ese movimiento, lo que generó una crisis sin precedentes y un vacío de poder en el bloque. Venezuela reclama la PPT como suya y ha manifestado reiteradamente que ejerce esa presidencia.
La incorporación de Venezuela al bloque, en la Cumbre de Mendoza de 2012, se realizó de manera espuria, a la luz de la suspensión temporal del Paraguay en el ejercicio de su condición de miembro y sin que se hubieran cumplido los requisitos que los propios países miembros establecieron oportunamente.
En septiembre pasado, los Cancilleres de los Estados fundadores del Mercosur adoptaron la “Declaración conjunta relativa al funcionamiento del Mercosur y al Protocolo de Adhesión de la República Bolivariana de Venezuela al Mercosur”, por la que decidieron: declarar un estado de urgencia que merece asegurar el funcionamiento del Mercosur; que la coordinación de las negociaciones externas sea realizada por los Estados fundadores; analizar nuevamente, el 1 de diciembre de 2016, el estado de cumplimiento de las obligaciones asumidas por Venezuela en el Protocolo de Adhesión al Mercosur; y, de persistir el incumplimiento dar por terminado el ejercicio de los derechos inherentes a la condición de Estado Parte del Mercosur de Venezuela, hasta que los Estados Partes signatarios del Tratado de Asunción dispongan las condiciones para restablecer su ejercicio.
Los escenarios internos de los países de la región han venido experimentando una serie de cambios políticos significativos y de considerable alcance. Como afirmaron Busso y Zelicovich, “el triunfo de Macri en Argentina; la victoria de la oposición venezolana en el referéndum presidencial para iniciar un proceso revocatorio; la negativa vía plebiscito a Evo Morales para una nueva postulación en 2019 y el impeachment a Dilma Rousseff en Brasil; son las muestras más destacadas de dicho giro”.
La crisis en el Mercosur respecto de quién debe cubrir la PPT evidencia esa voluntad de renovación. La Declaración de los Cancilleres, intimando a Venezuela a dar cumplimiento a las obligaciones a las que se había comprometido, representa un cambio importante de política vis-à-vis este país, que hasta ahora había disfrutado de un apoyo latinoamericano casi unánime desde la victoria electoral de Chávez en 1999.
Un escenario posible a la finalización del plazo concedido es que Venezuela solicite una extensión temporal para cumplir los compromisos asumidos. Ello debería ser evaluado cuidadosamente porque, a la luz de lo actuado, es poco probable que aquel Estado haga suyas muchas de las normas del Mercosur. En este sentido, se ha sostenido que el gobierno con sede en Caracas jamás tuvo la intención de adaptarse a las normas económico-comerciales del organismo regional.
La eventual suspensión o terminación de los acuerdos que vinculan a este país con el Mercosur tiene todas las características de una metamorfosis cuya evolución resulta complejo predecir. La solución adoptada por los Estados signatarios del Tratado de Asunción procura solucionar las dificultades ocasionadas por la falta de liderazgo que acentúa la crisis del bloque, pone un varapalo a la integración regional y dificulta las negociaciones con la Unión Europea. Es de esperar que los Estados Parte puedan solventar sus diferentes aproximaciones a la cuestión, adoptar un criterio único y mantener el impulso de un proceso de integración que, aunque incompleto, ha sido mutuamente beneficioso para todos ellos.