“Los perseguidos políticos tienen derecho a recibir asilo”. Así de conciso y claro está formulado el artículo 16a de la Constitución alemana. En opinión del filósofo del derecho Reinhard Merkel, Alemania “es uno de los pocos países que tiene un verdadero derecho fundamental individual de asilo”. Según Merkel, el derecho internacional público no lo contempla. Esto se debe a razones históricas: bajo la impresión de la enorme ola de refugiados durante y después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se dotó de una de las leyes de asilo más generosas del mundo. Hasta su modificación en 1993, el derecho de asilo fue ilimitado.
Mientras que relativamente pocas personas solicitaban asilo, los políticos y la sociedad no tenían ningún problema con este derecho. Sin embargo, durante las guerras de los Balcanes a principios de la década de los 90 del siglo pasado cientos de miles de personas huyeron a Alemania. También hubo ataques mortales a albergues de refugiados. En una encuesta de 1992, casi tres cuartas partes de los alemanes exigieron que se limitara el número de solicitantes de asilo.
En aquel entonces el Gobierno de coalición cristianodemócrata-liberal (CDU/CSU y FDP) limitó el derecho de asilo con apoyo de la oposición socialdemócrata (SPD). La modificación más importante: quien antes de entrar a Alemania atravesaba un país “seguro” -todos los países vecinos de Alemania son clasificados como “seguros”- ya no tenía derecho a recibir asilo. Como consecuencia, el número de solicitantes de asilo disminuyó continuamente. En 2007 se registraron menos de 20.000 refugiados.
En la actualidad, en tan solo dos a tres días Alemania recibe a tantas personas. La vieja reglamentación ya no funciona porque los países vecinos simplemente dejan pasar a los refugiados, sin comprobar sus solicitudes de asilo y hacerse cargo de ellos. Alemania, por su parte, tiene derecho a rechazarlos, pero en la mayoría de los casos prescinde de ello por razones políticas y morales.
Tampoco el endurecimiento del derecho de asilo a finales de septiembre ha podido frenar la afluencia. Si bien no existe un límite legal en el caso del asilo político y de los refugiados de guerras civiles, en la práctica la capacidad de acogida sí tiene límites.
¿Es necesario un referendo?
Reinhard Merkel señala que no solo hay un límite de lo posible, sino también de lo que es razonable. El filósofo del derecho opina que las sociedades políticas deberían tener un derecho fundamental para “conservar y defender sus estructuras interiores, sus formas de vida históricas y sobre todo sus principios, cuando estos se ven amenazados por una afluencia masiva de inmigrantes”.
Según el entendido, pronto se habrá alcanzado el punto en que “se deberán celebrar nuevas elecciones o un referendo sobre este tema”. De lo contrario, teme, “el descontento acumulado se descargará de forma destructiva en las próximas elecciones”.